Tanto la casa en el barrio de Palermo (Buenos Aires) que Natalia Oreiro y Ricardo Mollo vendieron hace poco, como la casa de veraneo de la pareja que se encuentra en construcción cerca de Punta del Este –en Uruguay– dieron tema de conversación. La actriz y cantante, recientemente reconocida por su labor en la miniserie "Santa Evita", pasa sus años entre un país y otro pero elige siempre el verano de su tierra natal.
La casa uruguaya en la que pasarán su tiempo Natalia, Ricardo y Atahualpa –el hijo de la pareja– se está construyendo sobre un terreno de 2.600 metros cuadrados. Es que la casa anterior en Carmelo, un pequeño pueblo, fue vendida hace unos meses. La propiedad está ubicada en Las Cumbres, Punta Ballenas, una zona más cercana a la urbanización de Punta del Este.
"Me encanta vivir en Argentina, con todo su caos", contó Oreiro. pero destacó que ama Uruguay "porqe me gusta reencontrarme con mis orígenes, con mis padres, los olores de la rambla, la playa", señaló la artista. Sucede que días atrás estuvo en la obra junto a toda su familia para supervisar los avances.
La casa que la pareja está construyendo, según se ve en las fotos, está en un espacio verde, rodeada de árboles y tiene vista al mar y la playa, por lo que el lugar podría ser considerado como ideal para la crianza y el desarrollo del pequeño Atahualpa Merlín Mollo durante sus veranos.
Las extravagantes propiedades de Natalia Oreiro
La "muñeca brava" se quedó sin casa de veraneo en Uruguay mientras la nueva obra se termina. La casa anterior, ubicada en Carmelo, fue tasada en U$S 900.000, aunque no se confirmó el monto por el que fue vendida. "La Lechuza", la mansión con estilo de campo, tenía 12 ambientes y cerca de 350 metros cuadrados. Como plus, contaba con más de un centenar de años a cuesta: fue construida en 1.909.
En Buenos Aires, en el barrio de Palermo, la pareja de artistas también tenía una mansión imponente que pertenecía a la familia Alvear y fue construida en 1.887. Quienes frecuentaban la zona, conocían "la casa rosada del pasaje Santa Rosa" por sus dimensiones y su curioso diseño.
Pero Oreiro y Mollo tenían tal cariño por la mansión que, al venderla, decidieron conservar una parte de ella: se trata de un estudio de ensayos al que la pareja regresa cada vez que necesita un descanso o quiere alejarse de los molestos ruidos de las grandes ciudades.